Cuerpa-máquina
Escrito por March y publicado por primera vez en Luchadoras.mx
Pacum, pacum, pacum…siento latir mi corazón.
La sangre fluye hacia todo mi cuerpo. Llega a cada cada célula,
tejido, y órgano. Respiro len-ta-men-te, mi corazón continúa latiendo,
pacum, pacum, pacum. Los engranajes se mueven, veo las sombras de mis
pestañas. Mis ojos finalmente se abren. Veo el sol atravesar por la
ventana del cuarto.
Mi máquina-cuerpo está lista para iniciar, esta tecnología estaba
programada desde la opresión y la culpa, pero ahora baila al despertar.
No se preocupa por ir tarde, el tiempo se contabiliza con monedas que no
pertenecen a mis multiversos. Hay que hackear el cuerpo y las
identidades estáticas, programarnos para el deseo y el gozo. Muchas de
nosotras con incongruencias y tropiezos estamos en procesos de formateo
constante, abriendo nuestras tecnologías a software libre.
Sin embargo, cuando salgo a la calle la sombra de un adware me
recuerda todo el tiempo que aún falta mucho para sentirme libre y segura
en los espacios. A las violencias de las calles se le agregan las agresiones en plataformas digitales,
las cuales muchas veces son más hirientes y violentas porque las
pantallas, si no son libres y autónomas, por lo regular son impunes. La
mayoría de nosotras tenemos una en la bolsa, transitamos viéndolas,
siguiéndolas.
Estos dispositivos que cargamos a diario son cajas negras, no sabemos qué tienen adentro, cómo funcionan. No existen las fronteras entre estas tecnologías y yo, somos cada día más difusas. Sin embargo, me gritan en la calle, en las aulas, y en las casas:
-¡Cuidado no la toques porque la rompes!
– ¡Mira, te voy a explicar cómo se usan!
– ¡Eso no se hace, es pecado!
Miedo, ansiedad y frustración surgen en nosotras cuando queremos
tocar nuestras máquinas-cuerpo. Al parecer ¡No sabemos cómo se usan!
Eso sí, tenemos tecnologías que son para cuerpos “femeninos” como la
escoba, la lavadora, la plancha, el lápiz, etc…esas no son arrebatadas
de nuestras manos por un virus maléfico que quiere explicarnos cómo
funcionan. Esas sí son para nosotras. Esto no significa que estoy en
contra de la lavadora, secadoras, pilas, etc., o del trabajo en donde
éstas se usan, pero sí estoy en contra de que nos limiten a entenderlas
en cuanto a funcionamiento, porque solo sabemos usarlas como una
tecnología-máquina propia de nosotras. Cuando seguramente fuimos
nosotras quienes las inventamos y construimos, quienes desarrollamos el
concepto y la forma en que debían ser.
Hemos sido despojadas de esa historia, se nos ha quitado de la historia de la creación de las cosas. Se nos ha arrebatado el reconocimiento
como inventoras, científicas, programadoras, matemáticas, etc. Como
ahora se les quiere despojar a las mujeres tejedoras de las diferentes
etnias de guatemala, no sólo el reconocimiento en la creación de tejidos
y el telar como tecnología, dicho despojo puede conllevar a la
desaparición de la cosmovisión y el sentido comunitario que impregnan a
los tejidos. El sistema económico capitalista y patriarcal cada día nos
aleja más de nuestras máquinas-cuerpos que no son rentables para sus
tiempos y “tecnologías modernas”.
Abro mi computadora…pacum, pacum, pacum…siento el corazón de la tierra latir. Reconozco su latir, tiene olor a tierra enojada. Tierra explotada por la extracción de coltán, oro, tantalio, entre otros, minerales que son utilizados en la mayoría de aparatos electrónicos.
-Pasó de moda el Phone10, lo tiro.
-Tiene un rayón la pantalla, lo tiro.
-No me gusta más, quiero otro, lo tiro.
Así, nuestro consumo va creando grandes agujeros en la tierra,
desplazando comunidades de sus territorios, explotando y maltratando a
nuestras cuerpo-máquina…
“Para tumbar el capitalismo alienígena”, como dice Alex Haché tenemos que “poder
imaginar futuros que no sean distópicos, futuros en lo que jugar a
construir nuestras tecnologías apropiadas sea común y felizmente banal”.
Es necesario erradicar de nuestros cuerpos y dispositivos la propiedad
privada, desarraigar el patriarcado de nuestra máquina-cuerpo, requiere
conjuros, aquelarres, hacklabs, redes, comunidad, empatía…sobre todo
requiere amigas que estén dispuestas a invocar nuevos multiversos
diversos y sostenibles.
Nota: Documento elaborado para el Foro Tejiendo Circuitos, del II Festival Ciberfeminista de Guatemala, realizado el 7 de noviembre de 2018. El arte fue realizado por Areli, deluchadoras.mx